Por ENRIQUE VOLPE.
Javier Urse, más que un artista un canal a otros tiempos y universos. Un verdadero adicto al arte, donde la obra se transforma en el instrumento que lo talla a èl mismo. Hombre puro, solidario, de gran valor espiritual, todo lo que encuentra a su paso sirve: desde un instrumento de cocina como es uno de sus -digamos- singulares pinceles o cinceles, a una pollera de su madre, o lo que encuentre en una volqueta. Observar sus cuadros ampliando vía video con un celular nos lleva al Egipto antiguo donde simbólicos animales se mezclan cual constelaciones milenarias que nos llevan a viajar por diferentes galaxias, que pueden ser a la vez manchas de vino en el pantalón de un gigante, o el universo que a la vez existe en en una gota de rocio. Aún más notable, si se pudiera, es su contagio fervoroso en su propuesta de cambiar adicciones nefastas por las artisticas con el fin de rescatar drogadictos, compartiendo su fantástico portal. Hombre puro, honesto, sencillo, con el maravilloso oficio de carpintero pero sin temor a reciclar como es su actual y temporal trabajo. Su siguiente objetivo es viajar, con el.fin de trasmitir, conocer y evolucionar tanto en lo personal como para ser ejemplo de que cada Oriental es un embajador cultural, y más en este caso donde desde el grupo Artepaz consideramos que la humanidad es la mayor obra de arte existente a la par y como parte de la naturaleza.